Al igual que los adultos, los niños también sufren y tienen dificultades, heridas y conflictos, aunque a veces como adultos no sepamos leer su manera de decírnoslo.
Los síntomas como el mal comportamiento, el fracaso escolar, problemas de relaciones sociales, problemas en el sueño, en el control de esfínteres o en la alimentación, nos están queriendo decir que algo está pasando por dentro: soledad, rabia, tristeza, baja autoestima.
Juntos, cultivamos mentes sanas y corazones felices.
Utilizo técnicas como el juego y las proyecciones para crear un espacio de confianza donde los niños puedan explorar sus emociones y desarrollar habilidades sociales y emocionales. Cada sesión es única y adaptada a las necesidades específicas de cada familia.
Trabajamos en equipo, padres e hijos, para ayudar a los niños a superar dificultades, y a los padres a encontrar las estrategias necesarias para acompañar a sus hijos en su crecimiento.